El trabajo nos hace semejantes a Dios en su acción creadora; nos redime, santifica y tiene valor eterno como acto de amor a Dios y al prójimo.(ideario, 16)
No toleramos que nos consideren como instrumentos mecánicos de producción, olvidando que somos, ante todo, hombres, hijos de Dios y con un destino eterno. (Ideario, 17)
Pedimos una organización del trabajo en la empresa que permita al trabajador su iniciativa personal ejercida con sentido de la responsabilidad. (Ideario, 24)
“Razones de justicia y de equidad pueden
exigir, a veces, que los hombres de gobierno tengan especial cuidado de los
ciudadanos más débiles, que puedan hallarse en condiciones de inferioridad,
para defender
sus propios derechos y asegurar sus legítimos intereses”.
(Pacem in Terris – Sobre la
paz en los pueblos P.T. nº 56 - Juan XXIII - 1963)
En la Encíclica, el Papa Juan XXIII, hace referencia a los derechos humanos, considerando básicamente que todo ser humano es ante todo una persona, es decir un ser dotado de inteligencia y libertad y por esta misma razón, tiene derechos y deberes que al ser universales e inviolables, son absolutamente inalienables.
(Is 11,1-10): Un Salvador Lleno del Espíritu de Dios
El gran profeta Isaías anuncia que vendrá un Salvador, como un hombre que transformará el mundo y le traerá la paz de Dios, porque está lleno del Espíritu del mismo Dios.
«Con ocasión de la conmemoración del vigésimo aniversario de la Declaración y el Programa de Acción de Viena redoblemos nuestros esfuerzos para cumplir la responsabilidad colectiva de promover y proteger los derechos y la dignidad de todas las personas en todo el mundo.»
En 1947 cuando se reunió por primera vez la Comisión de Derechos Humanos su única función fue redactar la Declaración Universal de Derechos Humanos.